No hace mucho tiempo un gran amigo me invito a un concierto de Ismael Serrano en Madrid. Un concierto expectacular, grande Ismael y grande mi amigo por invitarme.
El caso es que en mitad del concierto apareció esta canción. Se me hizo el silencio y en mi cabeza ya no sonaba ninguna otra cosa. Me acorde de Elena y aquellos 100 días que vivimos encerrados en aquel bar. Joder pensé, nadie podia haberlo descrito mejor.
CIEN DIAS - ISMAEL SERRANO
Como una luna nueva,
como el metro de Madrid,
negro como una caries
o un septiembre estudiantil,
como la certeza de que no sueñas conmigo,
negro era aquel bar
donde se esconden los malditos
de los amaneceres,
de los repartidores de periódicos,
de las agujas del sol,
del amor del prójimo.
Allí la encontré.
Como un suicida asomado
al borde del precipicio,
amontonando maldiciones
sobre la barra de aluminio,
temblaba en sus ojos
el humo de mil cigarros
que fumó con un tipo
que la había besado,
que la dejó una mañana
dormida entre las dunas de su cama,
que se fue con otra una madrugada.
Así la encontré
Alguien me contó que llevaba cien días
encerrada en aquel bar,
pidiendo fuego o alguna pista
que le ayudara a encontrar
la luz dentro del laberinto,
el mapa donde está escondido
el mar donde arden las promesas,
donde solías naufragar.
Cien días escondiéndose del gris
cielo de marzo y sus atascos,
tragando mierda por la nariz,
soñando contigo en los lavabos,
jurando no salir con vida,
sellando todas las salidas,
buscando en un mar de ginebra
una playa en la que encallar.
Besó una copa llena
de cenizas, me miró,
me dio el humo de sus manos,
lo fumé. A cambio yo
le conté que la ciudad
la estaba esperando,
que afuera llovían madreselvas,
que se acercaba el verano,
que qué iba a ser de nosotros,
si decidía no venir conmigo,
que saliera a desafiar
al alba y sus asesinos.
Así la hablé.
Sonrió cansada y perdida,
se abrió su boca azul.
Besó de nuevo la copa,
se marchó y toda su luz
fue devorada por la puerta de un servicio
donde mujeres sin alma te empujan al precipicio.
Serán ciento un días
encerrada en la negrura de este bar,
yo salí a la calle y olvide pagar.
Y me marché.
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